sábado, 24 de agosto de 2013

Evolución histórica del género novelístico


Evolución de la novela
Las primeras muestras conocidas de novela se producen en Grecia y Roma entre los siglos II a de C y III d de C. Se han clasificado en cuatro tipos básicos: novelas de viaje fabuloso, novelas amorosas, novelas satíricas y novelas bizantinas o de reencuentro. El esquema en estas novelas griegas es similar en muchas de ellas: encuentro de una pareja de jóvenes (enamoramiento, boda, fuga), separación (en un viaje arriesgado a causa de naufragios y piratas), reencuentro de los enamorados (que han sido fieles a pesar de las dificultades) y final feliz. En estas novelas están ya diseñados los componentes básicos del genero (espacio, tiempo, personajes, ambientes, diálogos, etc.), y en sus autores hay conciencia clara del cometido del mismo. La narrativa medieval ofrece junto a relatos de novela corta, nuevos modelos de narración extensa, como la novela caballeresca y la sentimental. En el Siglo de Oro, aparte de la novela caballeresca y sentimental que siguen captando el interés de los lectores surge la novela pastoril, la novela picaresca y la novela morisca, restringida a España (Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa). También surgen los anatemas de Melchor Cano, Luis de Granada y Arias Montano contra la perniciosa influencia de las novelas caballerescas en jóvenes y mujeres. Partiendo de esta realidad, Cervantes con su parodia de los libros caballerescos va a crear la novela moderna, superando las deficiencias del modelo parodiado, con una estructura episódica, según un propósito fijo premeditadamente unitario y de acuerdo con el principio de la "consonancia" y "verosimilitud". En el siglo XVIII nace en Francia la novela de análisis psicológico y de critica de valores religiosos y morales de tipo tradicional (Cándido de Voltaire), en concordancia con lo que sucede en la gran novela inglesa de la época (Viajes de Gulliver de J. Swift), mientras en España apenas hay muestras del género y son de escaso valor. A finales de siglo aparecen unas novelas cargadas de un sentimentalismo melancólico que preanuncian la sensibilidad de romántica: Goethe (Werther). En el siglo XIX aparece una rica producción de novelas a partir del romanticismo: novela histórica, psicológica, poética, social. Pero es con el realismo y naturalismo cuando se logra una perfección técnica, desconocida desde Cervantes y una creación de personajes y mundos de ficción de una gran complejidad en autores como: Flaubert, Balzac, Stendhal, Zola, Pérez Galdós, Clarín, Dickens, Tolstoi, Dostoievski, etc. En el siglo XX se desarrolla una profunda transformación en las técnicas narrativas relacionadas con el tratamiento de la secuencia temporal, la ruptura del orden interno de la fábula, los análisis de los distintos estados y estratos de la conciencia y del inconsciente, el entrecruzamiento de diversos niveles de lenguaje, el uso de técnicas procedentes del cine (yuxtaposiciones, acumulación, narración en paralelo, flash-back, etc.), de la estructura musical, etc. Los grandes propulsores de esta transformación han sido: J. Joyce, W. Faulkner, M. Proust, F. Kafka, V. Woolf, J. Cortázar.



La novela moderna asalta al lector como un conjunto de crisis de todo orden. La jovialidad y lo agradable aparecen como algo anticuado. Todas son novelas con problema. En muchas de ellas los hombres son representados como monstruos asquerosos, vulgares, esclavos atormentados y víctimas indefensas, negociantes arribistas, mentirosos y libertinos. La búsqueda del sentido de la vida es un problema para el personaje. El hombre, víctima de la administración del mundo de los negocios, amenazado por el átomo y las crisis económicas, las guerras, arrojado en la maquinaria de un mundo casi totalmente trastocado y tecnificado, se vuelve cada vez en su interior más sin patria. Ese hombre común de hoy ya no puede ser un hombre armónico o un héroe ideal. Ni siquiera tiene fuerzas para una gran pasión. La actitud del hombre moderno respecto a la fe, a la ciencia, al sentimiento y a los valores es cada vez más escéptica. En la novela tradicional había "héroes": se llamaron: Crusoe, Werther, Karamazov, Ana Karenina, etc. Los protagonistas de hoy son seres del montón, a menudo difíciles de comprender, incapaces de todo lo elevado, aprisionados por las circunstancias y en desacuerdo consigo mismos. El personaje de la novela moderna es angustiado; es una criatura atormentada. Todo esto obedece a que el mundo contemporáneo ha sufrido profundas transformaciones y dolorosas experiencias: el maquinismo, la sociedad en masas, el extraordinario desarrollo de la técnica, las guerras mundiales como la manifestación de crueldad colectiva, la bomba atómica como riesgo de autodestrucción universal, el terrible poder de la propaganda y los medios estatales para influir sobre una comunidad, los viajes a otros planetas, etc. Por todo esto, la novela de hoy no puede ser como la novela del siglo XIX. En la novela actual se busca una sinceridad absoluta, se parte del hecho de que cada ser tiene en su vida su verdad individual. Una realidad oscura, contradictoria, que constituye el tema de la novela, exige ser expresada también en una forma oscura, desconcertante. De ahí la dificultad que muchas novelas de hoy presentan para el lector medio. Este no recibe ya un mensaje claramente expresado por medio de la introducción, el nudo y el desenlace, sino que es impelido a penetrar en un laberinto sugestivo. La presentación de los personajes y del escenario es incompleta. Los personajes actúan muchas veces de manera inconexa o contradictoria, tal como en la vida real. En cuanto a la técnica y en relación con los personajes, ellos se definen por sus palabras y por sus obras mucho más que por la caracterización previa que antes se hacía. El tiempo y el espacio son imprecisos y a veces se supone (como en Kafka, por ejemplo), la apertura a mundos de ensueño o simbólicos. Tal vez la experiencia más importante en la novela de hoy es la que se suele llamar del "tiempo circular": el orden en la lectura es indiferente, se puede leer la novela por cualquier página. Esta experiencia la han puesto en práctica Joyce y algunos autores franceses del "nouveau roman", ("nueva novela", un movimiento literario que tuvo su apogeo a fines de 1950 en Francia). En Hispanoamérica, una novela muy característica de esta técnica es La Muerte de Artemio Cruz del mexicano Carlos Fuentes, en la que hay gran desorden temporal.
Fran Kafka

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